Ideas y estrategias
La nueva amenaza para las elecciones: las DeepFake. Este año, más de 100 mil candidatos, se inscribirán para participar con sus campañas en la elección de los 32 gobernadores, 1102 alcaldes, 418 diputados, 12072 concejales y 6513 ediles, que gobernarán las regiones de Colombia entre el 2024 y 2027. En un mundo que está cambiando de manera acelerada y vertiginosa, las campañas políticas también están sufriendo una serie de transformaciones profundas influenciadas por la disrupción tecnológica e informativa. Una de ellas tiene que ver con la sofisticación de las noticias falsas (fake news), como armas de propaganda y guerra sucia, en DeepFake. ¿En qué consiste? ¿De qué se trata? Piense que usted es un candidato. Faltan pocos días para las elecciones, se percibe en el ambiente, en su equipo, en las encuestas y en las calles, que usted va a ganar. El animo está arriba y nada lo detiene. De un momento a otro, a pocas horas de abrir las urnas, un vídeo suyo donde aparece borracho, insultando a sus electores y maltratando a una mujer, se vuelve viral. No hay tiempo de reaccionar ni desmentir lo que se ve de manera clara, afectando tanto su imagen, que pierde las elecciones. Pero ¿de dónde salió ese vídeo tan contundente, si eso no pasó en la vida real? Usted no consume licor, no es un maltratador, no conoce siquiera a la mujer del vídeo y respeta a sus electores, pero ahí aparece de forma clara y concluyente que es usted. En eso consisten las deepfake: un método que, con herramientas de inteligencia artificial y de fácil acceso (algunas gratuitas y básicas de manejar), permiten a partir de archivos de video, imágenes o audios de cualquier persona, diseñar simulaciones en las que esas personas hagan o digan cosas que no hicieron o dijeron en la vida real, con un nivel de hiperrealidad que cualquiera se lo cree. Para ser más explícito: con una foto, sonido o parte de un video suyo, lo pueden poner a cantar una canción que odie, hacer poses pornográficas, hablar mal de su familia o mostrar que entra a un salón masacrando bebés, con un nivel de realidad tal, que, si ese material se riega por redes sociales, muchas personas no se percatarían del “montaje”. Terrible, ¿no? Pero es la realidad que tenemos y a lo que nos vamos a enfrentar, como una amenaza novedosa, en el proceso electoral que Colombia vivirá este 2023. Esta será la sexta contienda electoral que viviré, desde que hace 20 años, en el 2003, comencé de manera profesional a asesorar campañas y gobiernos, y será también la oportunidad de empezar a compartir por libros y redes sociales, parte de esta experiencia y conocimiento. Por eso, en alianza con la Editorial Planeta, lanzaré en la Feria del Libro de Bogotá, el libro “Campañas Ganadoras”, donde compartiré los principales aprendizajes en este tiempo y una guía práctica para todos los candidatos y sus equipos de trabajo que piensan participar en estas elecciones. De igual manera, hablaremos de los retos que tienen las campañas en Colombia y Latinoamérica, y cómo la inteligencia artificial jugará un papel fundamental en los años que vienen. Los espero el próximo miércoles 26 de abril de 2023, a las 5.45 pm en la sala José María Vargas Vila, de Corferias, en Bogotá.
Los gobiernos del coronavirus
En el caso de Colombia, cuando apenas estamos ad portas de los días más complejos, va quedando claro que la agenda pública, estratégica, política y electoral del país en los próximos años estará permeada por el coronavirus. Nos enfrentamos a la peor crisis global desde la Segunda Guerra Mundial Secretario ONU La sentencia, realizada por el secretario de la ONU, es una evidencia más de que la página que nos tocó escribir en la historia de la humanidad a quienes vivimos en este momento, tendrá un impacto y unas consecuencias que aún no dimensionamos. Especialmente, cuando una crisis de esta magnitud la estamos viviendo por primera vez detrás de una pantalla en tiempo real, donde la cifra de contagiados, muertos y pérdidas no solo se actualiza cada minuto de manera ágil, sino que se entremezcla con las historias de esperanza, las noticias falsas y los memes que tratan de sacar una sonrisa en medio de tanta fragilidad. En el caso de Colombia, cuando apenas estamos ad portas de los días más complejos, va quedando claro que la agenda pública, estratégica, política y electoral del país en los próximos años estará permeada por el coronavirus. Además, que todos aquellos que tienen que ver con los asuntos gubernamentales y la administración pública, tendrán, sí o sí, que redefinir sus prioridades, reajustar sus presupuestos y aterrizar nuevamente sus metas y objetivos. Es decir, el programa de gobierno por el cual fueron elegidos los actuales mandatarios locales y regionales, y el anteproyecto del plan de desarrollo que presentaron el pasado 28 de febrero, tendrá que sufrir una reingeniería profunda que se adapte a la nuevas realidades, necesidades y prioridades, ya que estarán gobernando para una sociedad distinta a la que los eligió. Si bien cada territorio tiene sus propias dinámicas, sufrirá el impacto de manera distinta y resolverá los problemas derivados de la crisis con los recursos y capacidades que tenga, será importante proyectar desde ahora si obras estratégicas como el metro de Bogotá, la línea del metro de la 80 en Medellín, el pacto del golfo de Morrosquillo, los trenes de cercanía, las autopistas 4G, el plan de vivienda y servicios públicos del Gobierno nacional, los programas sociales que tienen todas las entidades públicas, entre los miles de proyectos que tienen las 32 gobernaciones y 1.102 alcaldías del país, se verán afectados por la reducción de las transferencias, la recaudación de impuestos y la redistribución de presupuestos que tendrá que hacerse. ¿Qué asuntos tendrán más relevancia durante el tiempo que dure la crisis y su posterior recuperación? Considero cinco asuntos clave que deberán tenerse en cuenta: la salud, la economía, las finanzas públicas, los asuntos sociales y la virtualidad. Y aunque los cinco son cruciales, diversos estudios sobre el comportamiento humano han referenciado que son dos —la salud y la economía— los que resultan esenciales porque tienen que ver con el instinto humano de sobrevivir, para luego cumplir los sueños y ser felices. En ese sentido, las personas establecen una escala de prioridades que podría resumirse en cinco intenciones: vivir sanos, vivir tranquilos, vivir con un propósito, vivir con los otros y vivir para cooperar. Cuando una de ellas no funciona, afecta a las demás, sobre todo si están en la base como la salud, la economía y la seguridad. Una buena referencia a esto no solo la vemos cuando estudiamos la pirámide de Maslow o las investigaciones psicológicas a nivel mundial sobre el miedo en los humanos, sino que también se puede evidenciar en mediciones de percepción ciudadana como el Gallup poll —que desde 1994 lleva encuestando a los ciudadanos sobre sus principales preocupaciones— que siempre aparecen dentro del primer bloque de intranquilidades: las asociadas al miedo a la muerte (salud), al miedo a no tener lo mínimo para subsistir (economía) y al miedo al daño (seguridad). Por eso, gran parte de los esfuerzos de los gobiernos tendrán que apuntar a garantizar estas dos premisas: vivir sanos y vivir tranquilos. En la salud, la gente buscará sentir que tiene un sistema sanitario que puede responder a las situaciones críticas, mientras que los mandatarios deberán mostrar que están haciendo los mayores esfuerzos para salvar vidas. A su vez, a mediano plazo, los programas de prevención en la salud pública tendrán que fortalecerse para propiciar en la población mejores hábitos de vida, de higiene pública y de cuidados ambientales, hasta la realización de acciones de control en la manipulación de alimentos, la comercialización de animales y otros. También desempeñarán un papel muy importante los programas de salud mental para el manejo de las afectaciones que se deriven de la crisis (depresión, ansiedad, miedo) y pérdidas (muertes, quiebra, otros), así como estrategias de resiliencia y recuperación emocional. En el plano económico, será fundamental la implementación de estrategias donde se prioricen los sectores productivos más afectados, así como aquellos que son motores clave para jalonar la recuperación y dinamización de la economía, como el impulso de la obra pública, la construcción de vivienda, el turismo, el comercio, la ciencia, la tecnología, entre otros. Cumplirá también un papel importante la generación de apoyos estatales y privados (subsidios, préstamos, créditos blandos, plazos moratorios, refinanciación de pagos y deudas), así como las estrategias que garanticen la canasta básica, la seguridad alimentaria, los servicios públicos y el mínimo o bono vital a las familias más vulnerables. Tener claridad en estos dos frentes —salud y economía— nos permitirá disminuir el riesgo de conflictos familiares y sociales que se puedan producir, así como ir resolviendo con el paso de los días la gran pregunta: ¿Qué ser humano, qué país y qué mundo tendremos después de esta crisis que estamos viviendo? Diego Corrales |Publicado en Semana.com